Confucio nació en el año 551 antes de C. Su nombre (Kung Fu-tzu) significa el gran maestro Kung y fue uno de los muchos sabios que, en el llamado período de los estados en lucha, cuando China se fragmentó en pequeños reinos, se ofrecía como consejero a los jefes de los distintos estados a cambio de una remuneración. Sin embargo, sus ideas calaron hondo en el espíritu chino y de pronto serían el punto de partida de una de las grandes religiones de aquel país. Sus enseñanzas tenían una clara intención pragmática y moralizante. pretendían restablecer en China la justicia, el orden y la unidad, y estaban presididas por la moderación y la cortesía; sin embargo, no dejaba Confucio en algunas ocasiones de mostrarse partidario de la violencia. Así, se cuenta que, a los pocos días de ser nombrado ministro de Justicia, mandó ejecutar en el principado de Lu a un noble, Chao Chong Mao, delante de las puertas de su castillo, y ordenó, además, que su cadáver fuera expuesto durante tres días. Cuando le preguntaron cómo se atrevía a hacer aquello con uno de los hombres más considerados en Lu, Confucio respondió que aquel hombre, además de ser un indeseable, poseía algo que lo hacía más peligroso: era tan brillante y tenía tal facilidad de palabra que sería capaz de arrastrar a otros a sus errores.
La doctrina confucianista, que propugna tres virtudes fundamentales -sabiduría, amor y valor-, establece un culto a los antepasados y a la familia, a la que considera el origen de la sociedad.
Muerto Confucio, sus discípulos recopilaron sus enseñanzas en un libro llamado Lun-Yi. La única obra de Confucio, Chun Chiu (primavera y otoño), trata sobre distintos acontecimientos del principado de Lu, y es el primer intento de una historia china, al margen de la leyenda y el mito. Con el tiempo, la figura de Confucio sería divinizada y daría lugar a una nueva religión: el confucianismo. El día del nacimiento del maestro, 27 de agosto, se celebró durante siglos en toda China como fiesta nacional.